A mí es que el tema de la prohibición o permisividad de la presencia de animales en según qué espacios públicos, o privados, es algo que cada año me pone de más mala leche. No puedo evitarlo y no pienso callarme, aunque haya más de uno que me mire mal por decirlo. Y es que, aunque a veces creo que habría que coger a algunos propietarios de las orejas, meterles un multazo de tres pares de narices, y darles un buen escarmiento, soy de los que cree que un perro bien educado con un dueño respetuoso molesta menos que algunos humanos así que eso de prohibirles la entrada a ciertos espacios no lo soporto.